Puedes reconocer los daños que causan los áfidos por las mudas blancas que dejan en las hojas o en los puntos de crecimiento de la planta. Los áfidos succionan la savia y los nutrientes de las partes verdes. Cada vez que un áfido muerde la planta, introduce su saliva en las células, infectando y debilitando la planta con sus virus. Como resultado, las hojas se decoloran, se marchitan o se vuelven pegajosas.
Los áfidos tienen varios depredadores naturales. Uno de los más importantes es la mariquita. Puedes comprar cajas especiales en los centros de jardinería para atraer a las mariquitas a tu jardín. De esta manera puedes dejar que la naturaleza siga su curso. Otros enemigos naturales de los áfidos son las crisopas y las tijeretas. Puedes crear trampas colgando paja o papel de periódico en un árbol durante la noche. Las tijeretas se arrastrarán por dentro y se desharán de los áfidos. También puedes rociar tus plantas con agua fría. Si repites esto cada pocos días los áfidos saldrán de tu jardín muy pronto.
Los áfidos (o pulgones) suelen ser verdes, pero también pueden ser blancos, negros, amarillos, rojos o morados. Normalmente no superan el medio milímetro. Buscan los puntos de crecimiento de una planta, como la parte superior de un tallo joven.